Tarento de su fundación a la conquista romana
RECORRIDOS Y COLECCIONES
Tarento arcaica:
mito, arqueología e historia de una colonia espartana
La fundación de Tarento, la única colonia espartana de la Magna Grecia, se sitúa en el año 701 a.C según la tradición. El origen de esta iniciativa colonial se supone sería la rebelión de los Parthenias (los “hijos de las vírgenes”), nacidos de uniones ilegítimas durante las guerras entre Esparta y Mesenia y ansiosos de adquirir la totalidad de los derechos políticos: para sofocar la rebelión se decidió, con el aval del oráculo de Delfos, enviar a los insurgentes hacia Occidente para que fundasen un nuevo centro, bajo el mando de su jefe Falanto. La colonia espartana de Taras tomó el nombre de un río y del héroe, hijo de Poseidón y de la ninfa Satyria, representado en las monedas acuñadas en la ciudad montado en un delfín. La arqueología básicamente confirmó la época de la fundación, revelando una interrupción en la ocupación del asentamiento indígena en la zona de la Ciudad Antigua de Tarento hacia finales del siglo VIII a.C. Parece así cumplirse la profecía del Apolo de Delfos, que a Falanto y a sus compañeros, al embarcarse, les había confiado la tarea de ser el “flagelo” de los yapigios, las poblaciones indígenas de Puglia. Sin embargo no faltan pruebas arqueológicas de episodios de integración y convivencia pacífica entre las dos etnias.
Moneda de la ceca de Tarento, 365-355 a.C.
El ámbito sagrado: cultos y santuarios de Tarento y de su chora
Nuestro conocimiento de los santuarios y de los cultos de la Tarento griega es muy incompleto, se basa en su mayoría en documentos materiales de los que a menudo se desconoce el contexto del hallazgo. Los escasos vestigios arqueológicos de edificios sagrados se encontraron en el área de la acrópolis (Ciudad Antigua): el templo dórico de Piazza Castello, entre los primeros edificios de piedra del Occidente griego (a comienzos del siglo VI a.C), y un segundo templo por debajo del Convento de San Domenico.
Lo que caracteriza Tarento son los extensos depósitos de figurillas votivas tanto en las áreas sagradas como también en el interior de las necrópolis: fosas repletas de estatuillas votivas – muy a menudo representan personajes masculinos bebiendo reclinados sobre camas o cabalgando animales reales o de fantasía – que atestiguan la existencia de formas rituales vinculadas al mundo funerario.
De un número más limitado de depósitos afloraron materiales que atestiguan el perdurar de las relaciones religiosas entre Tarento y Esparta, evidentes en particular desde mediados del siglo IV a.C. como las tablillas votivas de terracota (pinax) y los pares de ánforas de uso ritual vinculadas al culto de los Dioscuros, los gemelos hijos de Zeus muy venerados en Esparta. Entre los santuarios de la chora (el territorio controlado directamente por la colonia) cabe recordar los de Saturo en la costa sureste de Tarento: el área sagrada de la supuesta acrópolis, probablemente dedicada a Atenea, y el Santuario del Manantial, cuya divinidad principal podría ser Afrodita Basilis (la Reina), atestiguada también en Esparta y en la Acrópolis de Tarento.
Figura recostada sobre kline (lecho), finales del siglo VI a.
La ciudad de los muertos
las necrópolis de Tarento del arcaismo a la edad helenística
El historiador Polibio nos cuenta como los Tarentinos, consultando al oráculo de Apolo sobre su fortuna, recibieron una respuesta singular: la ciudad prosperaría si sus habitantes se ajustaban a vivir con “los más numerosos”, es decir, con los difuntos. De esta forma se intentaba explicar la presencia de necrópolis no sólo fuera, come se acostumbraba en el mundo clásico, sino también dentro de la ciudad.
Durante toda la edad arcaica las zonas de sepultura habían quedado separadas de los espacios públicos y de residencia, con tumbas en su mayoría de inhumación dentro fosas excavadas en la toba y cubiertas con losas. En el siglo VI a.C. se difunde el uso de las sepulturas dentro de un sarcófago, que en las últimas décadas del siglo – ligado a grupos limitados sólo de hombres, aristocráticos y que comparten el agonismo – se pueden encontrar agrupados en tumbas monumentales de cámara. Desde mediados del siglo V a.C., debido a la evolución hacia la democracia del sistema político y a la introducción de leyes que limitan el lujo en ámbito funerario, se difunde el uso de sepulturas individuales dentro de un sarcófago, con pocos objetos en el ajuar.
Las tumbas de cámara volverán a tener auge entre el siglo IV a.C. avanzado y mediados de la edad helenística, también después de la conquista definitiva de Tarento por los Romanos (209 a.C.): se trata de hipogeos familiares, con mobiliario y lechos fúnebres de piedra suntuosamente pintados, monumentales en el exterior, con símbolos que algunas veces parecen templetes (naiskoi).