Prehistoria y Protohistoria

El Neolítico se desarrolló en el Golfo de Tarento propiciado por las condiciones medioambientales favorables. Los testimonios más antiguos (6.000-5.300 a.C.) se encontraron en los poblados de la costa del Mar Piccolo: como los contenedores de cerámica decorados con impresiones, incisiones y grabados, para el menaje doméstico, trozos de revoque de arcilla de las paredes de las viviendas, herramientas de piedra tallada y pulimentada.

En el período siguiente (V-IV milenio a.C), con un notable incremento demográfico tanto en la costa como en las zonas del interior y una mayor vertebración social, aparece, junto a las producciones para uso diario, la cerámica pintada. Entre dichas producciones destaca la cerámica del estilo “Serra d’Alto” que se caracteriza por las decoraciones pintadas con motivos geométricos complejos, meandros y espirales, con asas elaboradas, a menudo con extremos zoomorfos. Es una producción que se encuentra tanto en las viviendas como en el ámbito funerario y cultural y que por sus peculiaridades estilísticas y tecnológicas, asume un significado de prestigio y poder. En la parte final del Neolítico se desarrolla un estilo de cerámica nuevo “Diana-Bellavista”, con decoraciones más sencillas y asas peculiares “a rocchetto” (con forma de carrete).

En algunas vitrinas se profundizan los temas del intercambio de materias primas, del significado simbólico o ideológico que se atribuye a algunas categorías de artefactos, de los motivos decorativos peculiares o de algunos tipos de entorno, como las cuevas, que en este período se usaban como cementerio y lugar de culto.

Entre los materiales atribuibles a las prácticas funerarias que, durante el Neolítico, paulatinamente se van formalizando tanto desde la perspectiva estructural como desde la relacionada con los ajuares, cabe destacar el ajuar de la tumba tipo “cueva” encontrada en Arnesano, donde se recolectó uno de los pocos ejemplares de “idolito” de piedra conocidos en Italia.